Considerando las tareas comunicativas como el instrumento más idóneo de la interacción del lenguaje, los ejercicios proporcionados en este tipo de actividades se conciben como unas tareas hechas en la lengua objeto de intercomunicación, a través de las cuales, se estimula espontáneamente el proceso de adquisición del idioma, por cuanto los hablantes, en vez de centrarse en la lengua, se centran más en los contenidos y las tareas que se convierten así en el motor de todo proceso de comunicación..
A partir de unos escenarios reales en los procesos de aprendizaje, los seres humanos adoptan las reglas subyacentes a la lengua sin que éstas se les proporcionen explícitamente. De sus necesidades lingüísticas se elabora un conjunto de actividades encaminado al análisis de los contenidos necesarios para la realización del aprendizaje. Los contenidos se utilizan a medida que van siendo necesarios para la realización de actividades comunicativas y acaban de ser recibidos de un modo natural y permanente.
No obstante, en el desarrollo del proceso de comunicación, la lengua propia no es reducible al solo dominio de los contenidos lingüísticos, sino a la información valiosa que posee. El proceso de la interacción comunicativa se basa en unos procesos interrelacionados que, aparte de la competencia lingüística se debe estimular a los hablantes a compartir la información para valorar su conocimiento lingüístico dado la competencia comunicativa del ser; así, su competencia no quedara limitada a un nivel de solo palabras, sino de ideas.
Expresado en otras palabras, para lograr la plena competencia comunicativa, además de dominar los contenidos comunicativos es necesario saber aplicarlos, porque precisamente esta competencia cognitiva del hablante hace que los contenidos comunicativos sean los que permiten a los interlocutores establecer una relación significativa entre el idioma en su propia lengua y la situación en que esa nueva comunicación se convierta en una nueva información.