El gran fruto de poder entender, comprender e inferir ideas, con nuestros semejantes, seres humanos, inteligentes y racionales; los únicos capaces de pensar por sí mismo.
De poder intervenir ante los acontecimientos de la cultura, la sociedad, la tecnología y la ciencia en general.
Debemos valorar esa capacidad de entender e interpretar a los demás, habilidad mental de aceptar y asimilar la verdad pura y real, aceptar al otro con sus propias diferencias.
Podemos ver e interpretar al universo, con su dinámica, volátil, diversa, multicultural, convulsionada y multiforme ante tanto acontecimiento convulsionado.
No hay ninguna franja del espacio, que nos dé algo de tregua y descanso de poder asistir a un escenario, frágil, tranquilo, entendible; para aceptar sus propias diferencias; como un todo, de convivencia pacífica y ordenada.
Tenemos que ver y aceptar; con esa gran capacidad de entendimiento para valorar sus propias virtudes, sin importar esas grandes diferencias.
Veremos y apreciaremos su alma lucida y transparente , sus ojos ante la luz del nuevo día y su amor propio ante ese nuevo haz de voluntades infranqueables de acción continua, ante la indiferencia continental.
Seguiremos asediados ante sus decisiones que puedan afectar a múltiplos de seres y a veces quebrar su alma y su intelecto. Primara el poder por el poder mismo y no habrá nada ni nadie que pueda terciar para hacer cambiar esas acciones que no ayudan ni benefician al común de la sociedad.
El intelecto se impondrá sobre la especie, esas será las únicas ideas sociales. En ese contexto universal, de facturar el orden universal.
Ese orden universal será facturado por el desorden universal, no habrá paz interior, no habrá conciencia pura, que de sosiego y mesura para que el inconsciente colectivo avance en mejora universal, hasta la naturaleza avanza en contra de ese sentimiento de concordia y tranquilidad.
Velaremos por un buen momento, que el ideal común sea la constante, del pensar racionalmente para el mejor estar, del colectivo general.
El universo requiere y necesita de seres pensantes e inteligentes, con conocimiento de causa, para sopesar decisiones sabias, con el fin de permitir avanzar hacia el bien común.